De Diego Velázquez – [2], Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15587792+
Vulcano, dios del fuego, esposo de Venus, está trabajando en su fragua junto con sus ayudantes cuando Apolo, dios del Sol, irrumpe en la misma para comunicarle lo que era un secreto a voces: Venus y Marte son amantes. Se le ha dado también la interpretación de que son las artes mayores visitando (y demostrando su superioridad) sobre las artes menores.
Esta brillante (¿cuál no lo es?) obra de don Diego Rodríguez de Silva y Velázquez se encuentra en el Museo del Prado y fue creada en Roma en 1630. He seleccionado algunos detalles que me parecen dignos de destacar.
La construcción de los edificios de aquel moderno campus había terminado. Las aulas, los laboratorios y las demás estancias se encontraban preparadas para recibir a alumnos y profesores, ávidos de recibir y transmitir conocimiento.
Pero quedaban por decidir los caminos que iban a unir los diferentes edificios. Y los responsables concluyeron que, mucho mejor que imaginar por dónde iban a ir los usuarios, sería comprobarlo.
Así que dejaron que el césped creciera y que los alumnos, profesores, y demás miembros de la comunidad universitaria decidieran por dónde ir. Y una vez comprobado en dónde no había césped, allí hicieron los caminos.
De las muchas herramientas y sitios web que he consultado en estas semanas, relacionados con este coronavirus COVID-19, esta herramienta de la Johns Hopkins University me parece la mejor. Os animo a consultarla.
Proserpina (Perséfone para la mitología griega) es una niña que, mientras estaba a orillas del lago Pergusa, es raptada por Plutón (Hades). Como castigo, la madre de la niña, Ceres (Deméter), diosa de la cosecha, castiga al mundo con una terrible sequía. Tras negociaciones al más alto nivel (entre dioses, se entiende), Plutón cede y permite que la niña regrese seis meses cada año.
En la coqueta Galleria Borghese, en Roma, se puede admirar una obra de Bernini en la que nos muestra el momento del rapto. El mármol convertido en carne.
De Alvesgaspar – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=43569138De Architas – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=70353757
Como parte de la historia que nos cuenta Cervantes en su obra maestra se incluyen poesías que pueden pasar desapercibidas, ante la brillantez de la narración en la que se encuentran.
Hace ya unos cuantos años, mi esposa Clara me regaló una obra maravillosa del grupo Espliego, el disco Nunca fuera caballero. En él se pone música a algunas de las poesías del Quijote. Quiero hoy centrarme en una de ellas, el bellísimo romance que Altisidora dedica a Don Quijote:
—¡Oh tú, que estás en tu lecho, entre sábanas de holanda, durmiendo a pierna tendida de la noche a la mañana, caballero el más valiente que ha producido la Mancha, más honesto y más bendito que el oro fino de Arabia! Oye a una triste doncella bien crecida y mal lograda que en la luz de tus dos soles se siente abrasar el alma. Tú buscas tus aventuras y ajenas desdichas hallas; das las feridas y niegas el remedio de sanarlas. Dime, valeroso joven, que Dios prospere tus ansias, si te criaste en la Libia o en las montañas de Jaca, si sierpes te dieron leche, si a dicha fueron tus amas la aspereza de las selvas y el horror de las montañas. Muy bien puede Dulcinea, doncella rolliza y sana, preciarse de que ha rendido a una tigre y fiera brava. Por esto será famosa desde Henares a Jarama, desde el Tajo a Manzanares, desde Pisuerga hasta Arlanza. Trocárame yo por ella y diera encima una saya de las más gayadas mías que de oro le adornan franjas. ¡Oh, quién se viera en tus brazos o, si no, junto a tu cama, rascándote la cabeza y matándote la caspa! Mucho pido y no soy digna de merced tan señalada: los pies quisiera traerte, que a una humilde esto le basta. ¡Oh, qué de cofias te diera, qué de escarpines de plata, qué de calzas de damasco, qué de herreruelos de Holanda! ¡Qué de finísimas perlas, cada cual como una agalla, que a no tener compañeras «las solas» fueran llamadas! No mires de tu Tarpeya este incendio que me abrasa, Nerón manchego del mundo, ni le avives con tu saña. Niña soy, pulcela tierna; mi edad de quince no pasa: catorce tengo y tres meses, te juro en Dios y en mi ánima. No soy renca, ni soy coja, ni tengo nada de manca; los cabellos, como lirios, que, en pie, por el suelo arrastran; y aunque es mi boca aguileña y la nariz algo chata, ser mis dientes de topacios mi belleza al cielo ensalza. Mi voz, ya ves, si me escuchas, que a la que es más dulce iguala, y soy de disposición algo menos que mediana. Estas y otras gracias mías son despojos de tu aljaba; desta casa soy doncella y Altisidora me llaman.
Descubrí a Sheila Blanco vía Twitter; esta salmantina, música y periodista, nos ofrece en su serie Bioclassics unas joyas, tanto desde el punto de vista musical como didáctico, en la que nos cuenta las vidas de algunos de los principales músicos: por ahora, Bach, Mozart y Beethoven, pero seguiremos pendientes, porque confiamos en que nos siga deleitando.
Además de estas obras, Sheila Blanco se encuentra embarcada en un proyecto precioso, tras haber puesto música a la obra de las poetas de la Generación del 27.