Hoy tengo esperanza

No sé si es una percepción subjetiva o una realidad, pero me da mucha esperanza ver que una mujer haya sido capaz de denunciar a quienes, en una noche de juerga, han abusado de ella, ver que otra mujer haya sido capaz de denunciar los abusos de sus superiores, de gente realmente importante, prácticamente intocable. Y que más mujeres se hayan unido a esa denuncia. Y que otra más se haya armado de valor para denunciar los tocamientos de su jefe, en un día especialmente señalado para ella.

¿No os parece que esto nos ha sacudido de algún modo? ¿Que nuestra sociedad ya no puede pasar por alto todo eso? Me preocupa, eso sí, qué sucederá cuando se pase el boom. ¿Nos olvidaremos, igual que nos hemos olvidado de aquel niño que yacía muerto en una playa del Mediterráneo?

Dejo para otro momento el hecho de que ese paso lo hayan tenido que dar las mujeres, cuando somos los hombres quienes agredimos.

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Las edades de la historia

Creo honestamente que estamos en una nueva edad de la historia, marcada por la información y las comunicaciones. Bien, puede ser que mi deformación profesional me esté influyendo, pero creo que realmente es así. Con lo cual, las edades quedarían de la siguiente manera:

  • Edad Antigua: desde la aparición de la escritura hasta la caída del Imperio Romano: 476 d.C.
  • Edad Media: desde la caída del Imperio Romano (476 d.C.) hasta el Descubrimiento de América: 1492 d.C.
  • Edad Moderna: desde el Descubrimiento de América (1492 d.C.) hasta la Revolución Francesa: 1789 d.C.
  • Edad Contemporánea: desde la Revolución Francesa (1789 d.C.) hasta la aparición de Internet: 1969 d.C.
  • Edad de la Información: desde la aparición de Internet (1969 d.C.) hasta la actualidad.
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Los castigos, otra vez los castigos

Sigo en mi cruzada particular en contra de los castigos. Varias veces he hablado en este blog sobre ese tema, pero continuaré con ello mientras sea necesario. Hoy quiero afrontar mi razonamiento intentando desmontar los argumentos más habituales que se usan en contra de los castigos.

«Debe existir una sanción cuando no se cumplen las normas»
El objetivo debe ser siempre que la mala conducta no se vuelva a repetir. Tenemos dos opciones: una, sancionar/castigar cuando se produce la mala conducta. Esto presenta -a mi entender, siempre a mi entender- un peligro gravísimo: que el niño pase a comportarse bien simplemente para evitar el castigo. La otra opción es el diálogo. Siempre, siempre, siempre hay posibilidades de argumentar y explicar por qué esa conducta no se puede mantener: ¿que estamos hablando en clase? No se puede; porque así no aprendemos, molestamos a los compañeros, no valoramos el trabajo que el profesor está haciendo. ¿Que dejamos todo sin recoger? No se puede; porque luego no encontraremos las cosas, porque podemos tropezar, porque no nos queda tanto espacio libre…

«No estamos hablando de un castigo, sino de una consecuencia»
Este es un lugar común: en demasiadas ocasiones confundimos castigo con consecuencia. La consecuencia surge del comportamiento; el castigo es algo adicional y que podría existir incluso sin el comportamiento. Si no hacemos las tareas que nos tocan (no hablo necesariamente de tareas escolares), no nos dará tiempo a ir después ir al cine. Eso es una consecuencia. Pero si no hacemos las tareas que nos tocan (hoy, lunes) y entonces el fin de semana que viene no vamos al cine… es un castigo. No hay relación lógica alguna entre unas tareas hechas (o no hechas) y una tarde de cine.

Finalmente, quiero hacer un apunte especial sobre dos tipos de castigos que suelen rechazar incluso quienes aceptan los castigos: castigos colectivos y castigos sin recreo.

Los castigos colectivos son injustos (se castiga a un niño por lo que ha hecho otro) y pueden ser un caldo de cultivo para el bullying: si un niño hace algo por lo que castigan a toda la clase tiene muchas papeletas para no ser muy querido por los demás. En alguna ocasión he leído que además son ilegales, pero no lo puedo asegurar. Si alguien tiene esa información, se lo agradecería muchísimo.

Castigar sin recreo no debería ni merecer medio comentario. Pero es necesario, ya que todavía se hace. Si el niño no ha trabajado lo suficiente/terminado lo que tenía que hacer durante la clase, se le castiga sin recreo. Es decir, que si el niño no estaba centrado, no estamos dándole la posibilidad de relajarse para poder volver mejor, sino que le restringimos ese derecho (y esa necesidad). Al igual que con los castigos colectivos, también he leído que son ilegales, pero tampoco puedo garantizarlo. Del mismo modo, cuento con vuestra ayuda para aclarar este punto.

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¡Galletas!

Como sabéis, en casa somos muy fans de los juegos de Devir, así que ahora os vamos a hablar de otro juego de la misma empresa: ¡Galletas!, creado por Roberto Fraga. En cuanto nos enteramos de su existencia, solicitamos un ejemplar.

Es un juego muy sencillo y que ofrece muchas posibilidades. En concreto una que valoramos mucho: que podamos jugar niños y adultos.

Como podéis ver más arriba, tenemos:

  • Unas cartas de monstruos: que se utilizan para identificar a cada jugador (cada jugador escoge una).
  • Unas golosinas (galleta, helado, donut, tarta, pizza, cupcake): son los objetivos que tenemos que conseguir.
  • Unas cartas de rutas: las golosinas están unidas por un «camino» de regaliz. Hay dos tipos de cartas de rutas, de dos dificultades diferentes.
  • Un dado: cada cara es una golosina.

Se colocan sobre la mesa tres cartas, una a continuación de la otra. Así:

Y se lanza el dado. Supongamos que sale el donut. Comenzamos en el donut de la primera carta y seguimos el camino hasta el final, saltando de carta en carta cuando llegue el momento. Y vemos que ese camino termina en una galleta. El primero de los jugadores que coja la galleta, se apunta ese tanto. Gana, lógicamente, el jugador que más golosinas consigue al final de la partida.

¿Qué hacemos para que el juego nos permita jugar a los niños (Irene, 4 años; Dani, 8 años) y a los papás? Creamos bifurcaciones. Por ejemplo, ponemos una primera carta sencilla y a continuación bifurcamos: una sencilla y una complicada. Y si es necesario, ponemos una complicada más. Y según las capacidades de cada uno, su objetivo es ir por un camino u otro. Mirad, mirad:

Un juego que exige rapidez mental (y que ayuda a mejorarla) y que regala un montón de buenos ratos. Muy recomendable.

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#YoTambién

#YoTambién
YO TAMBIÉN.

Las mujeres están compartiendo un texto con el hashtag #YoTambién para indicar que han sido acosadas o agredidas sexualmente, y dar una idea de la magnitud del problema.

Os propongo, hombres que me leéis, algo parecido. Reconociendo que #YoTambién he agredido o acosado sexualmente no sólo de forma explícita, sino -sobre todo- implícitamente cada vez que he reído un chiste o actitud machista (cada vez que he callado ante un chiste o una actitud machista). Por cada vez que me he creído superior por ser hombre. Por cada vez que al ver a una mujer en un puesto de responsabilidad he pensado que cómo ha llegado ahí. Cada vez que no he visto personas, sino objetos, en esas mujeres. Cada vez que he tenido que ponerme en el centro del universo para comprender la violencia machista, necesitando pensar en MI mujer, MI madre, MI hermana, MI hija. Por cada vez que me he creído maravilloso por tener la oportunidad de agredir y no haberlo hecho. Por sentirme maravilloso por decir #YoTambién.

Pongamos #YoTambién todos los hombres que hemos hecho eso alguna vez. Para dar una idea de la verdadera magnitud del problema.

#YoTambién
Copia y pega

#YoTambién
ME, TOO.

Women have been sharing posts using the #metoo hashtag relating sexual harrassment or sexual assault experiences, in order to show the world just how widespread this problem is.

If you’re a man reading this post, I’d like you to join me in acknowledging that we have sexually assaulted or harassed women, not only explicitly, but, -above all-, implicitly, every time we’ve laughed at a sexist joke or attitude (every time we’ve failed to speak out after a sexist joke or attitude as well), for every time we’ve seen ourselves as superior just because we’re men. For every time we’ve seen a woman working in a position of authority and wondered how she made it there. For every time we’ve seen women as objects instead of people. For every time we’ve had to put ourselves as the center of the universe in order to try to understand gender violence by extrapolating it to MY wife, MY mother, MY sister, MY daughter. For every time I’ve considered myself a great guy for having had the chance to harass or assault and yet not having done it. For feeling amazing about saying #metoo

Let us men use the #metoo hashtag as well for all those situations, in order to get a real idea of just how huge this problem is.

#YoTambién
Copy and paste

Muchísimas gracias a quienes me habéis ayudado. Durante la creación de este post mantuve contacto con varias personas (mujeres, sobre todo), para recoger su punto de vista (sus puntos de vista). Indico aquí lo más reseñable:

  • Habría sido mejor utilizar otro hashtag, y no el mismo que el que han usado las mujeres.
  • El post ganaría mucho si invitara a los hombres a indicar situaciones concretas en las que han ejercido esas violencias.
  • Mientras estemos siendo sesgados en nuestra lucha por la igualdad, estaremos siendo desiguales.
  • No tiene sentido este enfrentar a hombres y mujeres, luchemos todos juntos por lo mismo.
  • Es necesario hacer hincapié en las violencias sutiles, en esas que se crean dentro de la propia pareja («te» limpio la casa, insisto para tener relaciones aunque tú no quieras).
  • Es necesario hacer hincapié en las violencias que tenemos arraigadas los hombres, actos agresivos que tenemos normalizados. Necesitamos -los hombres- una autorreflexión profunda. Por suerte, cada vez se está dando más.

Muchas gracias a Belén, Marimar, Clara, Louma, Patricia, Irene, Aida, Joaquim, Laura. Y gracias, mamá.

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El derecho a la independencia

Pretendo que este post sea completamente genérico, aunque obviamente va a estar influenciado por un tema muy candente en estos días (Cataluña y su posible deseo de independencia de España). En este post pretendo analizar qué condiciones deberían darse para que un territorio consiga su independencia.

Motivos históricos
La historia parece ser uno de los argumentos de mayor peso: ¿estamos hablando de un territorio que a lo largo de la historia tuvo una fuerte identidad propia? ¿Fue un reino? ¿Cómo se anexionó al resto: mediante una guerra, mediante un acuerdo? En caso de anexionarse mediante un acuerdo, ¿se dejó una puerta abierta a la ruptura?

Decisión del pueblo (referendum)
Por una parte parece razonable que las personas podamos decidir, o influir en la decisión. Por otra, la historia avanza tan lentamente que parece demasiada responsabilidad dejar esas decisiones en una generación concreta (desde luego, no es el único caso en el que una generación decide el futuro de su territorio). Y dentro de la decisión del pueblo, ¿quiénes deberían tener derecho a elegir? ¿Los recién llegados? ¿Los que llevan ya un largo tiempo en el territorio? ¿Los nacidos allí? ¿Los autóctonos desde hace generaciones, para que hablemos de personas «con raíces»? ¿Volvemos a los «cristianos viejos»?

Acuerdo entre ambas partes
La independencia debería surgir como un acuerdo entre ambas partes. De otro modo, estaríamos permitiendo que una región muy rica abandonara al resto (quizá en algunos casos obviando la riqueza que el resto le ha traído, por ejemplo, en forma de mano de obra o talento) o que una región muy pobre fuera expulsada (supongamos que una región de España fuera muy pobre, necesitara de la ayuda del resto del país para sobrevivir, y el resto del país organizara un referendum por el cual la abandonan). Este acuerdo es una forma de evitar la falta de solidaridad que podría darse en algunos momentos de la historia en alguna zona.

Si un territorio puede decidir la independencia por su cuenta, ¿podría decidir la anexión por su cuenta?
En mi opinión sí, es el mismo proceso, la misma decisión (pertenezco a/no pertenezco a). Por eso creo que la decisión debe contar con todas las partes.

¿Y qué nombre le pondremos?
Otro argumento no menor. Si una parte de España abandonara España, ¿cómo se llamaría el resto?

Sin violencia
Me he dejado para el final lo más importante: por supuesto, este proceso debería siempre llevarse a cabo sin ningún tipo de violencia. Y, por supuesto, no debería nunca utilizarse el «que me voy» como medida de presión.

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No tolero a los gays

Ni a las lesbianas. Ni a los trans. Tampoco tolero a los negros ni a los amarillos. No tolero a los catalanes ni a los andaluces. Ni a los del Barça ni a los del Deportivo, ni a los del Athletic (y tampoco a los del Atleti). No tolero a los feos ni a los tontos ni a los sosos.

Pero aún os diré más: tampoco tolero a los gallegos, ni a los del Celta, ni a los del Madrid. Ni siquiera tolero a los guapos, inteligentes y simpáticos.

Porque «tolerar» es una palabra que implica soportar, conceder privilegios, permitir. Y yo no soy nadie para eso. Estoy feliz de que seamos de mil olores, colores y sabores diferentes. Por mi parte, seguiré sin toleraros, queridos amigos.

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Sed buenos

Hace ya unos añitos estábamos Dani y yo en un espectáculo para niños.

Los «piratas» (animadores) les pedían a los niños que hicieran cosas: «tocad una piedra!», «despeinad a otro niño!», «poned cara fea!»… «sed buenos!»

Y aquí está el punto al que quiero llegar: al decir «sed buenos», ¿sabéis qué hicieron los niños? Se quedaron quietecitos. ¿Es esto a lo que asociamos ser buenos? Por desgracia, no resulta sorprendente.

Y como es muy posible que haya padres que no les hayan explicado a sus niños que también eran buenos cuando tocaban piedras, despeinaban a otros niños y ponían caras feas, quizá haya niños que crezcan pensando que ser buenos es eso: estarse quietos, no molestar.

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1, 2, 3! Ahora me ves…

La empresa de juegos de mesa Devir es siempre una garantía de calidad y de juegos interesantes. Los conocíamos ya gracias al Carcassonne y al Catan. Cuando nos enteramos de que iban a sacar una nueva versión del juego «1, 2, 3! Ahora me ves…», no lo dudamos y solicitamos un ejemplar. Hoy mismo lo hemos recibido, hemos pasado un rato estupendo jugando, como os cuento a continuación.

Es un juego con una dinámica muy sencilla, y apto para cualquier edad. (Irene, a sus cuatro años, ha jugado bastante mejor que yo alguna de las manos; también es cierto que es una niña muy inteligente, todo hay que decirlo; por supuesto, Dani -ocho años- me ha dado veinte vueltas). Tenemos en un establo animales de cuatro tipos diferentes: cerdos, ovejas, vacas y caballos. Mientras los demás jugadores cierran sus ojos, el que tiene el turno realiza algún cambio en el establo (cambio de lugar, añadido de animal, retirada de animal, o intercambio de posiciones entre dos animales). Al abrir los ojos, cada jugador debe indicar cuál ha sido el cambio.

Si alguno de los participantes es muy pequeño, se puede simplificar el juego admitiendo solamente cambios de posición. Hemos jugado a ambas modalidades, y con ambas nos lo hemos pasado estupendamente. El juego nos ofrece además el plus de que ocupa muy poco espacio y de que la tapa de la caja se puede utilizar como establo. Ideal para llevarlo de viaje. Fenomenal para pasar un buen rato con los peques. O solamente los peques. O solamente los mayores.

Venga, a ver si adivináis qué cambia. Fijaos bien. 😉


Os recomendamos mucho este juego si tenéis hijos pequeños. Y si no conocéis los geniales juegos de Devir, os conminamos a revisar su completo catálogo, porque nos garantizan horas y horas de diversión.

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Los hombres muertos no cuentan cuentos

Benito había nacido en el barrio marinero de la ciudad de Pontevedra y, poco antes de cumplir los 18 años, se embarcó en el bergantín brasileño El defensor de Pedro, dedicado a la trata de esclavos. Allí fue el cabecilla de un motín que acabó con el capitán abandonado en África, parte de la tripulación propia pasada a cuchillo, Benito como capitán y el barco rebautizado como La Burla Negra. Tomaron rumbo a las Islas Azores y posteriormente a Cabo Verde, abordando los barcos que encontraban a su paso y realizando sanguinarias masacres en cada uno de ellos: Morning Star, Topaz, Sumbury, Melinda, Cessnok, New Prospect.

Con las bodegas -os podéis imaginar- más que repletas llegaron a La Coruña, haciéndose pasar el barco por el original El defensor de Pedro, y uno de los piratas por el legítimo capitán. Allí vendieron la mercancía y, tras una breve parada en Pontevedra para esconder el tesoro -todavía no se ha encontrado- tomaron rumbo hacia Cádiz. Y aquí toda la buena suerte que había tenido nuestro pirata se convirtió en mala: el vigía confundió el faro de la isla de León con el de Tarifa y La Burla Negra naufragó. Naufragio que habría quedado en poco o en nada si no fuera por la presencia aquellos días en Cádiz de uno de los supervivientes del Morning Star, al que no le costó nada identificarlos. Una decena de los piratas fueron ahorcados, pero no Benito, que -aún quedaba algo de suerte, parece- consiguió escapar. Escapó a Gibraltar, en donde sufrió el mismo fin que sus compañeros: ahorcado acusado de 75 asesinatos. Según nos cuentan, estuvo sereno, arrepentido e incluso un pelín chulito.

Queda para el recuerdo su historia, su máxima de «Los muertos no hablan» y ese tesoro que Benito Soto Aboal, el último pirata del Atlántico, dejó escondido entre los muros de la casa de las Campanas (o del Pitillo, según quien nos lo cuente) y que los actuales dueños de la casa se verán obligados a restituir a los herederos de Benito… si lo encuentran.

Para Rita y Elvi, las piratas que nos descubrieron a Benito Soto Aboal.

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