En concreto, la frase que utilizamos es del tipo «esto no es la panacea» pero, ¿qué diantres es eso de «panacea»?
Panacea era una diosa menor de la mitología griega, dedicada a la salud (algunos de sus hermanos también estaban relacionados con esa disciplina). Panacea tenía una poción que curaba todas las enfermedades. Y de ahí viene el uso actual de la palabra: una panacea es una solución para multitud de problemas.
Panacea ayuda al enfermo. Detalle de un grabado del médico veronés J. Gazola (1716). De J. Gazola (18th century) – Transferred from en.wikipedia., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3579305
Nos parece lógico que las unidades de medida estén estandarizadas, de forma que sea fácil saber de qué longitud, superficie o volumen estamos hablando. Y llevamos siglos intentando lograr esa estandarización. En concreto, en España, lo llevamos intentando desde antes de ser España: el primero fue Alfonso X El Sabio, en el siglo XIII. Y la que lo logró fue Isabel II, a mediados del XIX.
Lo logró Isabel II, decía, hace casi dos siglos. Pero no del todo: junto con medidas que valen lo mismo aquí que en Palencia, en Galicia -al menos, en Galicia- tenemos medidas relacionadas con la productividad de un terreno (el ferrado, recipiente herrado -para que no sea fácil trucarlo- que puede albergar una cantidad de cosecha) o con lo que cuesta trabajarlo (la cavadura).
Debido a la variabilidad, un ferrado del Morrazo (472 m2) no es lo mismo que un ferrado de, por ejemplo, Mondoñedo (612 m2). Desconocemos si también hay grandes diferencias en la capacidad de trabajo entre los morracenses y los otras zonas, pero no nos extrañaría.
Y como no podía ser de otro modo, este post va para mi suegro Pepe. :*
Desde que nuestro querido tío Cándido nos contó que Toledo le habló, esa ciudad se convirtió en visita obligada (no solamente por nuestro tío, sino por la cantidad de referencias leídas, vistas y escritas que nos habían llegado de esa asombrosa ciudad). Si Toledo es obligatorio, también lo es visitar su catedral si visitas la ciudad. Y, desde luego, quien visita la catedral no puede salir de ella sin disfrutar del asombroso Transparente construido (y esculpido, y pintado) por Narciso Tomé y sus hijos.
By Jvleo – Own work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=81070276
Su función es simple: lograr que llegue luz al sagrario. Pero la forma que eligió Tomé para lograrlo es única: un retablo de mármol en donde podemos ver tanto el sol por el que entra la luz como figuras y escenas que representan a los arcángeles Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel; la última cena y la imposición de la casulla a San Ildefonso. Y más arriba, podemos ver una bóveda con pinturas al fresco con algunas escenas y personajes del Antiguo Testamento. Personalmente, debo decir que esa bóveda es la parte que más me fascina.
El deporte -el fútbol en este caso- siempre nos deja detalles que nos hacen recuperar toda la fe en el ser humano. Quiero compartir con vosotros dos ejemplos, preciosos, que han llegado a mí en los últimos días.
El primero es este honesto gesto de Felix Bastians, indicándole al árbitro que ese penalti que les estaba pitando y les favorecía, no era tal cosa:
El segundo, este precioso gesto de un equipo en el funeral de Alexander, uno de sus compañeros. Su último gol.
El último gol de Alexander, el joven del filial de Rayados asesinado por la policía en México cuando se disponía a ir comprar unos refrescos en una tienda. Sus amigos y compañeros le homenajearon de esta manera pic.twitter.com/2qC3EsnljN
La anécdota que se cuenta nos dice que había terminado la cena en aquel restaurante. Y llegó la hora de pagar. Y nuestro Pablo vio la ocasión de ahorrarse la cena, proponiéndole al dueño del local hacer un dibujo y dar con ello pagada la cena. Una vez terminado, el restaurador le pidió al artista que lo firmara. La respuesta nos cuenta todo:
Ayer se celebró el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, una lacra que está lejos de verse erradicada. Por suerte, es cada vez menos habitual en muchos países. Hace casi un siglo, Miguel Hernández, el poeta pastor, creo este estremecedor poema, en el que acertadamente deposita en los adultos la responsabilidad de acabar con ese abuso.
Carne de yugo, ha nacido más humillado que bello, con el cuello perseguido por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta, a los golpes destinado, de una tierra descontenta y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo de vacas, trae a la vida un alma color de olivo vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza a morir de punta a punta levantando la corteza de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente la vida como una guerra y a dar fatigosamente en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe, y ya sabe que el sudor es una corona grave de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja masculinamente serio, se unge de lluvia y se alhaja de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte, y a fuerza de sol, bruñido, con una ambición de muerte despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es más raíz, menos criatura, que escucha bajo sus pies la voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde en la tierra lentamente para que la tierra inunde de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento como una grandiosa espina, y su vivir ceniciento revuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos, y devorar un mendrugo, y declarar con los ojos que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho, y su vida en la garganta, y sufro viendo el barbecho tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este chiquillo menor que un grano de avena? ¿De dónde saldrá el martillo verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón de los hombres jornaleros, que antes de ser hombres son y han sido niños yunteros.
Este poema fue musicado por Serrat en 1972. Os dejo también un vídeo con la canción.
Se ha puesto en marcha esta iniciativa, la de permitir un máximo de 20 alumnos por clase. Me parece una solicitud totalmente necesaria, ya que cuantos menos alumnos haya por clase, más ventajas disfrutaremos: el profesorado podrá atenderlos mejor, podrá desarrollar más y mejor la materia y su nivel de estrés (y su dificultad para gestionarlo) mejorará; por su parte, el alumnado podrá aprovechar mejor la clase y funcionará mejor individualmente y como grupo. Y me atrevería a decir que el bullying disminuirá.
Y en esto tenemos que estar unidos todos los integrantes de la comunidad educativa, ya que la mejora es brutal para nosotros. También deberíamos contar con el apoyo de la administración, ya que un país mejor educado es un país mejor.
Personalmente, creo que sería la primera vez en la que apoyaría activa y voluntariamente una huelga. Eso sí, si esa hipotética huelga se propone, pediría tres cosas: 1) no cejar hasta conseguir el objetivo (de poco valdría una huelga simbólica de un día), 2) considerar esto como un primer paso hacia reducir más el número máximo (13-15) y 3) no condenar a quien no apoye la huelga (aunque acabe beneficiándose de los logros), ya que puede tener sus razones: puede pensar que no es adecuado, puede pensar que no es la forma, o tal vez no pueda permitirse apoyarla.
Hoy os voy a contar mi enfrentamiento con el gigante y cómo el gran Mario Izquierdo nos salvó:
Todo sucedía enfrente de la casa de mi tía Lolita, una casa de planta baja en la que entrábamos Clara y yo, prestos a pasar la noche.
Ya al entrar me percaté de que aquella puerta era muy endeble, así que no dejé de estar atento a cualquier posible intruso. Y pasó lo que tenía que pasar.
Un hombre ¡qué digo un hombre, un gigante! entró en la casa, forzando la puerta sin dificultad alguna.
El gigante era al que se enfrenta Aquiles en este fragmento de Troya:
A falta de Aquiles, allí estaba Carlos. Pero, al contrario que Aquiles, yo no estaba armado. Así que tuve que usar mi inteligencia. Me saqué rápidamente la camiseta y, con un rápido movimiento, enrollé su puñal y se lo arranqué.
Puse mi puñal sobre su pecho, a la altura del corazón. Pero temblaba de miedo a él y de miedo a matarlo. El gigante, aunque gigante, no era tonto del todo, y se percató. Y me incitó: «clava, clava!», sabedor de que yo no iba a poder hacer tal cosa.
Afortunada y milagrosamente, apareció Mario, presto a ofrecernos su ayuda. Venía armado con un pez espada…
…pez espada que usaba a modo de bate de béisbol. Lanzaba piedras al aire y, cogiendo el pez espada por la parte de la espada, golpeaba certeramente las piedras, en dirección a aquel portento de la naturaleza, como un nuevo David venciendo a Goliat.
Y consiguió vencerlo, salvando así la vida de Clara y la mía propia, razón por la cual mi familia y yo le estaremos eternamente agradecidos.
Y para colmo de bienes, Mariana (https://www.instagram.com/marianafanart/) convirtió este épico sueño en un precioso cómic, con su talento, creatividad y habilidad. También eternamente agradecidos. :*
Al comienzo todo era felicidad: los Horacios, de Roma, estaban fuertemente emparentados con los Curiacios, habitantes de la cercana ciudad de Alba Longa. Uno de los Horacios estaba casado con la Curiacia Sabina. Y Camila, de la familia de los Horacios, estaba prometida con un Curiacio.
No duró mucho la felicidad, puesto que se declaró la guerra entre Alba Longa y Roma. Y en lugar de ser una guerra al uso, se decidió que tres hombres de cada ciudad lucharan a muerte. Ya os podéis imaginar que el destino quiso que los elegidos fueran los tres hermanos Horacios y los tres hermanos Curiacios. Jacques-Louis David nos muestra el momento en los que el padre entrega las armas a los Horacios y los tres Horacios realizan el juramento. A la derecha vemos (y casi oímos) los lamentos de las mujeres: de derecha a izquierda podemos ver a Camila Horacio (prometida de un Curiacio, según hemos visto), apoyando su mano sobre el hombro de Sabina Curiacio (esposa de un Horacio). Un poco más atrás podemos ver a los hijos de Sabina siendo consolados por el aya.
De Anne-Louis Girodet de Roussy-Trioson – KwHkqyZxc2i04A en el Instituto Cultural de Google resolución máxima, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=21977949
Y con esto, señores, damos por comenzado el Neoclasicismo. El cuadro se conserva en el Museo del Louvre. Como supongo que cuando lo veáis y contéis esta bonita historia (narrada en la obra Horacio, de Pierre Corneille) os preguntarán que quién triunfó, os lo cuento:
La batalla comenzó mal, muy mal, para los Horacios. Tan mal que los dos primeros muertos fueron Horacios. Pero hablamos de clasicismo, de neoclasicisimo y de épica: acabó venciendo el Horacio, que regresó triunfante y alabado por todos… por casi todos: su hermana Camila le reprocha la muerte de su prometido. Horacio mata a su propia hermana, y tenemos algún dibujo de David sobre este tema:
De Jacques-Louis David – [1], Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3677305