Lo que iba a ser una fiesta -como lo era en todos los pueblos a los que llegaba aquella casa- se convirtió en tragedia, tragedia que aconteció en el principal, aunque menos famoso. Y su recuerdo aún nos estremece hoy, en una poesía que no se escribió en la lengua materna del autor, pero sí en una lengua muy amada.
Hoy se van a quedar cortas las palabras, comparadas con belleza del claustro de este monasterio. Su ubicación es casi imposible: literalmente debajo de una peña se encuentra el Real Monasterio de San Juan de la Peña, en el pirineo oscense.
El Real Monasterio consta de una iglesia prerrománica, una capilla gótica, el Panteón de Nobles, el Panteón Real, la llamada iglesia superior y el claustro que hoy nos ocupa.
El claustro es románico, y es obra de dos talleres diferentes. Yo destacaría sus perfectas proporciones, su ya mencionada ubicación y (poneos todos de pie, por favor), sus capiteles. Cada uno de ellos nos cuenta mil historias.
El discurso de ingreso en la RAE de Federico Corriente -ya hemos hablado de él en alguna ocasión- es un auténtico regalo.
Hoy voy a contaros de dónde viene (posiblemente) esa expresión tan curiosa de “que si quieres arroz, Catalina”. Según la hipótesis del recientemente fallecido (2020) académico, viene de la expresión árabe en la que se pregunta a la novia si realmente quiere a su marido por esposo: < andalusí tiríd ‘ala rrús, aqṭá‘ lína ‘¿quieres [a este esposo] ante todos? Acláranoslo’.
Este post se lo dedico -cómo no- a mi querida prima Cati. :*
Ayer (viernes, 31 de agosto de 2020) se mostraron dos gráficos que levantaron oleadas de críticas entre los internautas y televidentes. Son, ciertamente, dos gráficos que pueden inducir a confusión. Pero son correctos. En el primero se comparaban las caídas del PIB de varios países.
Gráfico que induce a confusión o mala interpretación, desde luego, pero correcto. Los datos que muestra son ciertos: Alemania tiene un -2 y -10, mientras que España tiene un -5 y un -18. En el gráfico aparentan ser iguales (de ahí la confusión). Pero no es erróneo.
El segundo gráfico nos muestra la evolución del PIB español en estos últimos años:
Si no nos fijamos en los números ni en la discontinuidad de la gráfica (entre la parte amarilla y la naranja), podríamos pensar que el descenso de 2009 fue similar al actual. Pero si nos fijamos (y eso está en la gráfica), todo queda claro.
Estamos -hablo con referencia a España, cada país ha sufrido su propia evolución- en lo que parece ser una segunda ola de esta pandemia.
Nos confinaron, y así conseguimos prácticamente acabar con la expansión de la enfermedad. Pero conforme nos han ido dando libertad, hemos demostrado nuestra poca educación (como mi querida y admirada Alicia Urrea dice, siempre mejor atribuir los errores a la ignorancia que a la maldad). Y han vuelto a aumentar los casos (detectados).
Aunque todos sabemos ya que con distancia social, lavado de manos, uso de mascarillas y reuniones en el exterior tenemos controlada la epidemia (y evitamos muertes, además de cuidar la economía), da la impresión de que solamente si nos castigan sabemos actuar. En casa estamos horrorizados ante este paralelismo tan nítido entre ese amaestramiento con premios y castigos y el comportamiento actual de adultos, en muchos casos, con suficiente formación y conocimientos.
Así que si quieres evitar la expansión de la pandemia, usa mascarilla, mantén distancia social, lávate las manos y no te reúnas en interiores. Si además quieres conseguir que tus hijos sepan comportarse bien cuando sean adultos… edúcalos, por favor. Educar es mucho más difícil que amaestrar, pero merece la pena. Por nosotros, por ellos y por este mundo.
Es, junto con Las Meninas, el cuadro más famoso del mejor pintor de todos los tiempos. Quizá sería el más famoso del mundo si La Gioconda nunca hubiera sido robada.
Las tropas españolas ha recuperado la estratégica ciudad de Breda, el general Ambrosio de Spínola impide que Justino de Nassau se arrodille en el momento de entregarle la llave, mientras en el fondo todavía se puede observar un humo que nos cuenta que la batalla es muy reciente. A la derecha de todo podemos ver al propio Velázquez, mirándonos -no es el único que lo hace. Ocupando la parte derecha, un inconfundible fondo de lanzas (que también dan nombre al cuadro). Y el caballo, que parece recién cepillado, ¿no es perfecto?
Abajo a la derecha, el lugar para firmar. Don Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, tras ver la perfección de su obra, decidió que, por supuesto, no era necesario firmarlo (no es la única vez que hace tal cosa). No era necesario firmarlo, ni siquiera en este caso, en el que formaba parte de una colección de doce cuadros hecha por otros tantos autores.
Puedo decir con orgullo que hubo un momento en el que yo era la única persona del universo contemplando este cuadro. Y otro momento, aún más maravilloso, en el que Clara y yo éramos las únicas dos personas contemplándolo. Qué lujo.