Los asombrosos límites del ser humano. Harinder Sekhon ha conseguido elevarse 138.4 cm saltando sobre una sola pierna y sin carrerilla. Me asombra y maravilla.
🦿Official WORLD RECORD 🌏🇲🇾 📏138.4cm / 54.5” 🚨 Highest Standing Jump (One Leg) 🦿 pic.twitter.com/UWdIfakXwa
Pocas labores humanas exigen más colaboración, esfuerzo y talento (casi nada) que la ciencia. Hoy agradezco a toda esa cadena de científicos y sanitarios, desde aquel junio de 1798 y aquella primera vacuna de Edward Jenner (contra la viruela) hasta este junio de 2021 en el que he recibido (hoy), administrada por Belén Gómez (¡gracias!) la vacuna contra la covid.
Hoy agradezco, también, a esas generaciones pasadas, que -siendo ellos analfabetos en muchos casos- nos permitieron estudiar y seguir avanzando en el conocimiento.
Biscoitos es una localidad situada en la parte norte de la isla Terceira, que forma parte del archipiélago de las Azores.
Presenta unas formaciones rocosas (de rocas volcánicas, como es lo común en estas islas) que forman pequeñas bahías que funcionan como piscinas de diferentes formas, tamaños y profundidades. Es un lugar que merece la pena ser visto, incluso aunque no nos bañemos.
Adicionalmente, Biscoitos tiene un Museo del Vino (variedad verdelho) que nos ayuda a conocer mejor la historia de esta zona.
Por José Luís Ávila Silveira/Pedro Noronha e Costa – Obra do próprio, Domínio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2916925
Quiero fer una prosa en román paladino,
En qual suele el pueblo fablar a su vecino,
Ca non so tan letrado por fer otro latino:
Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino.
Viajamos a la bellísima (toda La Rioja lo es, que no se enfaden nuestros queridos amigos de Arnedo) Rioja Alta y llegamos al Monasterio de Suso, en San Millán de la Cogolla, en donde se escribieron, hace ya más de mil años, esas glosas emilianenses, el primer recuerdo escrito que tenemos de aquella lengua que comenzaba a hablarse.
Un par de siglos después, aquella lengua, aquel román paladino que estaba dando sus primeros pasos, ya adoptaba la bella forma de los versos, gracias a la pluma y al talento de Gonzalo, un hombre que había nacido muy cerquita de San Millán, en Berceo, y que ahora era monje en ese Monasterio de Suso.
De Cenobio – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3834994
No, no era porque fueran tuertos. Como podréis suponer, pasar de la luz del sol a la oscuridad de las bodegas y camarotes de los barcos abordados requería un tiempo de acostumbramiento a los bastoncillos bastones1 (las células, no las patas de palo), tiempo que podía significar la diferencia entre éxito y fracaso, entre muerte y vida.
Así que lo que hacían era, efectivamente, llevar el ojo acostumbrado a la oscuridad. Cuando lo necesitaban, se cambiaban de ojo el parche… y a trabajar.
Como me lo contaron, os lo cuento. Nosotros lo hemos probado y, sin duda, es una explicación más que verosímil.
Pero si tenéis dudas relacionadas con los ojos, ya sabéis que lo mejor es acogerse a sagrado; es decir, preguntarle a Conchi Lillo, a quien os recomiendo muchísimo seguir en redes sociales. Le preguntaremos. 🙂
1Al parecer, eso de llamarle bastoncillos es muy años 80. Ya no se utiliza ese nombre, se prefiere el de bastones (muchísimas muchísimas gracias, Conchi). <3
El refrán nos habla de la siega (del cereal), pero podemos extenderlo a todo: junio es el mes en el que se recogen los frutos sembrados durante el año. Que sean buenos.
Esta palabra que siempre asociamos con cosas bonitas (música para mis oídos) viene de la expresión griega μουσική τέχνη (mousikētéchnē): nada más y nada menos que el arte de las musas.