Uno de los actos que requieren más confianza y que desde luego demuestran aprecio y amor es el consistente en enseñarle a algún ser -querido- una canción que te gusta. Y que quieres que esa persona escuche. ¿No os lo parece? Estamos regalando un pedacito de nuestros sentimientos y gustos: es decir, un pedacito de nuestra alma.
En justa reciprocidad, por supuesto, cuando alguien tiene este precioso detalle con nosotros, debemos escuchar con gusto ese regalo.
Hoy comparto con vosotros, queridos lectores, las dos canciones que más he escuchado estos días.
Mientras los jornaleros aprovechan un rato de descanso para refrescar su garganta, secar su sudor y relajar los músculos, el joven Manuel Campello Escáplez tomó un pico, comenzó a cavar y se encontró con esta maravilla a la que llamaron La Reina Mora.
Esa Reina Mora, que más tarde recibiría el apodo por el que la conocemos, La Dama de Elche, acabó en el Museo Arqueológico Nacional de España (en Madrid), tras un recorrido por otros museos y ciudades.
Es un busto ibero de los siglos V-IV antes de Cristo que nos muestra el rostro perfecto de una dama con un tocado caracterizado fundamentalmente por dos rodetes en sus laterales. No sabemos quién era aquella mujer que se convirtió en inmortal gracias al talento de su creador, la buena suerte de su descubridor y el cuidado de los demás involucrados.
De Trabajo propio. Fotografía: Francisco J. Díez Martín, 11 de diciembre de 2004., CC BY-SA 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1581132
Teníamos muchas ganas de probar un juego de estas características. Se desarrolla sobre un tablero variable (tenemos ocho fragmentos de tablero de los que se seleccionan cuatro para jugar una partida; adicionalmente cada fragmento de tablero nos ofrece una acción especial, una acción extra que podemos realizar con cada turno) y con unas reglas también variables (se seleccionan tres conjuntos de reglas de un total de ocho existentes).
Estas reglas variables condicionarán la estrategia de cada partida y se definen en unas cartas denominadas con el nombre del juego: cartas de Kingdom Builder. Estas cartas muestran diferentes tipos de personaje y las reglas son coherentes con las características del personaje (el minero premiará los asentamientos cercanos a la montaña, mientras que el comerciante hará valer las rutas que unen castillos y lugares susceptibles de ser habitados).
Cada jugador tiene en su poder 40 asentamientos que debe distribuir por el tablero, siguiendo unas reglas preestablecidas, como siempre construir colindando con otro asentamiento, o construir solamente en ciertos tipos de terreno. Adicionalmente a esos tipos de terreno en los que se puede construir (prado, barranco, desierto, flores, bosque y -en casos muy concretos- agua), nos encontramos con otras losetas que indican diferentes lugares que traen aparejadas diferentes acciones (oráculo, granja, oasis, torre, taberna, granero, puerto y cercado).
Es un juego que nos está gustando muchísimo, es para un número de jugadores entre dos y cuatro, a partir de 8 años y con una duración estimada por partida de 45 minutos.
En el municipio zaragozano de Nuévalos, en la ribera del río Piedra se erige un monasterio milenario que hoy es confortable hotel. Pero hoy nos detendremos en el parque natural que está a su lado.
Ese parque era anteriormente una huerta, huerta que fue transformada en un jardín de ensueño por Juan Federico Muntadas, hijo del dueño del monasterio (conseguido en subasta pública). Este jardín es un destino ideal para todas las edades, ya que sus rincones, sus cascadas, sus lagunas y sus sonidos lo convierten en lugar de asombro y relax.
Si tenéis la oportunidad de visitarlo, os animo a que lo hagáis. No os va a defraudar.
En España -y en Euskadi en especial- vivimos, entre la fase final del franquismo y el comienzo del siglo XXII, unas décadas terribles, en las que no era raro despertarse con noticias de bombas, secuestros o asesinatos.
Y, desafortunadamente, la reacción por parte de algunos miembros de las fuerzas de seguridad y del gobierno no se acercó ni por asomo a lo que se debe esperar de un estado democrático. Y surgieron torturas, secuestros y asesinatos por parte del estado. Debo decir que, habiendo estado siempre absolutamente en contra de ETA -sobra decirlo-, me resulta absolutamente sangrante cuando la violencia parte de quienes deberían defender la democracia.
Y en este contexto se cometieron demasiadas barbaridades. Este libro de Ion Arretxe nos sumerge en un escenario de detenciones equivocadas y torturas. Lo cuenta con un estilo muy directo, entremezclando sentimientos, recuerdos y vivencias, transportándonos a esos siniestros lugares en los que los interrogatorios iban más allá de lo legal.
Intxaurrondo era el cuartel -tristemente famoso- en donde tenían lugar interrogatorios y torturas. Arretxe evoca los recuerdos de su sabio aitona, dándole un nuevo sentido al infame lugar.
Soy consciente de que es posible que el 100% de lo que se cuenta en libro no es real, ya que los recuerdos a veces se nublan; también soy consciente de que la guardia civil se sentía tremendamente amenazada, viendo cómo aquel grupo terrorista los mataba, a ellos y a sus familias. Y pudiendo entender todas las acciones que se realizaron en ambos bandos, no podré jamás justificarlas.
Tristes armas, si no son las palabras. Que hayamos aprendido mucho de aquellas décadas bárbaras.
Las dos son similares y a la vez diferentes, y forman parte del mismo espacio de la móvil más grande de la comunidad. Allí se protege a las que vuelan desde 1993.
También lo encontraréis escrito como “a porta gayola” o “a porta gayola”. Significa enfrentarse a algo sin miedo -y prácticamente sin actitud de defenderse.
Esta expresión proviene del portugués a porta gaiola, que significa, literalmente a puerta del toril. Estamos, pues, ante una expresión taurina. El torero, antes de que el toro salga a la plaza, de planta frente a la puerta de toriles, por la cual va a salir un toro del que aún no sabe nada. Y en ocasiones el torero lo recibe de rodillas. Es un aquí-te-espero, en definitiva.
Hoy viajamos al bonito paraje de la sierra de Leyre y valle del río Aragón, muy próximo a la frontera con Aragón. Y también viajamos en el tiempo: el origen del conjunto monástico de Leyre tiene ya más de un milenio.
El monasterio de Leyre está íntimamente ligado con la historia de Navarra, de su reino, y de su antecesor el reino de Pamplona. Fue no solamente monasterio, sino también corte, lugar de refugio de la monarquía navarra en los albores del segundo milenio.
Aunque todo el conjunto -y su entorno- merecen la visita, voy a destacar algunos elementos que lo merecen:
Porta Speciosa: literalmente puerta preciosa. Nos recordará a la puerta de las Platerías, en la catedral de Santiago de Compostela. Parece que en ambas trabajó el mismo maestro: el maestro Esteban.
Cripta: sin ser subterránea ni lugar de enterramiento, es una auténtica joya. Sus pequeñas columnas son inconfundibles y la hacen única.
Panteón de los reyes de Pamplona: en una urna se encuentran los reyes de tres reyes de Pamplona, de los siglos IX y X.
Ábside y torre: estos dos elementos destilan austeridad y se encuentran en perfecta armonía. Es uno de los rincones del conjunto que, personalmente, más me agradan.
De Txo (discusión) Mi discusión en castellano 18:27, 29 October 2007 (UTC) – fotografia propia, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2992279
De Jsanchezes, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=968570
De Ángel M. Felicísimo – Cripta del monasterio de Leyre, Navarra, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=35990443
Neil deGrasse camina por una bonita playa mientras pasea a su perro, que, tan erráticamente como todos los perros (al menos desde el punto de vista de los humanos), se desplaza todo lo que la correa le permite a un lado y a otro.
El movimiento del perro nos representa el tiempo atmosférico; el movimiento de Neil, el clima. Por supuesto que el puede hacer más o menos calor un día, un verano, un invierno o un año concretos, pero el cambio climático acaba teniendo más importancia a lo largo del tiempo.