Esta palabra proviene directamente del inglés beefsteak (carne de vacuno); a su vez, beef proviene del francés antiguo boef (que ya nos lleva al latín bos, bovis).
Fuente: RAE
Esta palabra proviene directamente del inglés beefsteak (carne de vacuno); a su vez, beef proviene del francés antiguo boef (que ya nos lleva al latín bos, bovis).
Fuente: RAE
Por supuesto, no les grites salvo que sea necesario. Los gritos están para situaciones de alerta: “viene un león” o “vas a meter los dedos en el enchufe”, y no para “llegas tarde a clase” o “me has manchado la corbata de lejía”.
Dicho ello, casi nunca -por fortuna- son necesarios los gritos. Pero es que además, según escucho al maravilloso Álvaro Bilbao, susurrar obliga al escucharte a activar la corteza prefrontal, que nos permite focalizar.
Todo ventajas, pues: no agredimos, logramos más paz y, encima, logramos nuestro objetivo de que nos escuchen.
Suelo dedicar los domingos a publicar algo relacionado con viajes o turismo. Os quiero presentar hoy La Indala Viajera, las aventuras de una maravillosa familia viajera.
Son viajes sobre todo de naturaleza, disfrutando de preciosas rutas y acercándonos a la idiosincrasia de sus pueblos. Y nos cuentan el viaje con la familiaridad, el cariño y el detalle con los que se le contaría a un amigo.
Las rutas se centran sobre todo en Andalucía (y en el entorno de Málaga), así que puede ser un buen punto de partida si queréis visitar aquellas bonitas zonas. Pero incluso aunque no sea el caso, si eres amante de naturaleza y paisajes, te van a gustar, porque están plagadas de consejos y sugerencias tremendamente útiles.
Os recomiendo seguir su cuenta.
Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer.
— Alfonso V
La empatía o el “no es mi problema”. Mirad qué bonito aprendizaje nos deja este cuento:
Un ratón mirando por un agujero de la pared ve al granjero y su esposa abrir un paquete. Quedó aterrorizado al ver que era una trampa para ratones. Fue corriendo al patio a advertirle a todos.
¡Hay una ratonera en casa!.
La gallina que estaba cacareando y escarbando le dice: «disculpe, señor ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, pero a mí no me perjudica en nada», entonces fue hasta el cordero y le dice lo mismo: «disculpe señor ratón, pero no creo poder hacer algo mas que pedir por ud. en mis oraciones», el ratón se dirigió a la vaca y ella le dijo: «¿pero acaso estoy en peligro? ¡pienso que no! dijo la vaca»; el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido para encarar a la ratonera del granjero.
Aquella noche se oyó un gran barullo como el de la ratonera atrapando su víctima, la mujer corrió a ver que había atrapado. En la oscuridad ella no vio que la ratonera atrapó la cola de una serpiente venenosa. La serpiente veloz mordió a la mujer, el granjero la llevó inmediatamente al hospital, ella volvió con fiebre alta.
El granjero para reconfortarla le preparó una nutritiva sopa, agarró el cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina; como la mujer no mejoró, los amigos y vecinos fueron a visitarlos, el granjero mató al cordero para alimentarlos; la mujer no mejoró y murió, el esposo vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral.
El mundo no anda mal por la maldad de los malos sino por la apatía de los buenos.
Bueno. Ya estamos de nuevo -a raíz de una campaña publicitaria- con el debate de si Sanxenxo o Sangenjo, A Coruña o La Coruña, y demás.
Por una parte, tenemos claro que la legislación deja claros cuáles son los topónimos oficiales. Pero seamos honestos: esto no nos importa lo más mínimo. Si en el futuro -no lo quieran los dioses- se produjeran cambios en la legislación que establecieran como oficiales los topónimos en castellano, no pasaríamos a hablar de Sangenjo por ello. Así que no sirve como argumento el de la legislación (salvo que estemos en textos oficiales, lo cual no sucede ni en campañas publicitarias ni en el habla coloquial ni en los mapas de Google).
Por otro lado, los topónimos no se traducen. Quiero esto decir que esas bromas -geniales, debo decir- de Desván por Sobrado, San Ginés por Sanxenxo o Roblecito por Carballiño se quedan en bromas. Jamás en castellano se ha referido así nadie a esos lugares.
Finalmente -aquí está la enjundia-, cada lengua tiene su forma de referirse a los lugares. Nos da igual que la forma oficial sea London, Badajoz o Jaén, que en gallego decimos Londres, Badaxoz o Xaén. Y esto no es porque sea traducción (no buscamos el significado en el idioma origen y lo traducimos al gallego), sino porque en castellano se dice de un modo y en gallego de otro. Llegando al extremo, podríamos hablar de ese entrañable Capetón para referirse a Ciudad del Cabo (Cape Town).
Así que si en castellano el pueblo -que es quien crea las lenguas- se refiere principalmente a Sanxenxo como Sangenjo, así se va a quedar. Otra cosa es que hagamos campaña para que usen Sanxenxo, que estamos en nuestro derecho también.
Hasta la próxima, que seguro que este tema acaba volviendo. 🙂
Debo decir que la policromía -aunque difícilmente es original- es algo que me fascina, puesto que nos acerca y nos da una visión de lo que en su momento fue.
He descubierto estos días el maravilloso tímpano de la catedral de Friburgo.

La belleza atrae, la inteligencia encanta y la bondad retiene.
— Ortega y Gasset
De vez en cuando vuelvo con este tema porque veo que siempre hay dificultad a la hora de entender la diferencia entre qué es una consecuencia (no estudio, por lo tanto no aprendo… y acabo suspendiendo) y un castigo (me porto mal un jueves y por lo tanto no voy al cine un domingo).
Tengo un ejemplo que creo que puede ayudar mucho a entender esa diferencia. Si yo conduzco a 150 Km/h por una autopista en donde el máximo es 120 Km/h, tomo mal una curva y tengo un accidente, entonces he sufrido la consecuencia de ir a esa velocidad. Ahora bien, si un radar me detecta y me ponen una multa, pues estamos ante un castigo.
De hecho, podría darse la circunstancia de que, porque soy un probador de coches con los permisos adecuados, se me permita circular a 150 Km/h. En ese caso, ya no tendría multa. Pero seguiría pudiendo tomar mal esa curva por culpa de la velocidad excesiva.
El primero, en Zamora; el segundo, en Tras Os Montes. Efectivamente: uno en España y otro en Portugal, conforman la única aldea transfronteriza de la Península Ibérica.
He conocido esta curiosidad gracias a la cuenta de Instagram @viajesymapas
El pueblo tiene un aspecto precioso y os recomiendo su visita (yo lo visitaré en cuanto tenga ocasión). Allí se habla español, portugués y -según esa información de Instagram- portuñol (un portugués con mucho de español) y riodonés.