Hoy he visto de una chica que tenía que abandonar un avión por -según decían- llevar su perro sin bozal. Desconozco si ers el motivo, desconozco también si esa regla existe. Pero quiero poner el acento en lo poco que cuesta conocer las reglas de medios de transporte, de hoteles, incluso de países… y lo mucho que puede entorpecernos o amargarnos un viaje no conocerlas.
El sexo con la persona a la que amas es casi lo mejor del mundo- le había dicho Maud a Walli. A veces las abuelas explicaban más cosas que las madres. Si eso es casi lo mejor, ¿qué va antes?- preguntó él. Ver felices a tus hijos.
Decimos que algo es escatológico cuando toca temas relacionados con los excrementos -normalmente humanos- o similar. Aunque escatología tiene otra acepción (referente a la ultratumba), hablamos hoy de la acepción más desagradable (y, si no fuera porque la RAE nos la pone de segunda, diría que más usada).
Proviene del griego σκῶρ, σκατός (skôr, skatós) ‘excremento’ y -logía ‘conocimiento’.
Así que su etimología no puede estar más relacionada con su significado actual. La próxima vez que contéis una anécdota escatológica, acordaos de esto.
Cuenta este estilo arquitectónico con un raro privilegio: vive en las retinas y en las memorias desde que lo conocemos en los libros de texto y permanece como un deseo incumplido durante décadas. Conmigo así fue, y no soy yo el único caso que conozco.
Así que, cuando por fin estamos ante esas joyas, retrocedemos, primero, décadas hasta los libros de texto; después, siglos hasta la construcción de estos edificios.
Hoy os traigo esta preciosa lámina en donde nos indican las ubicaciones del prerrománico asturiano. También fuera de Asturias -aunque es más extraño- hay prerrománico.
Es fácil cuando hablamos de “saber” como sinónimo de conocer, ¿verdad?: yo sé, tú sabes, él sabe…
Pero si hablamos de “saber” con el significado de tener sabor, ¿cómo sería ese presente? De la segunda persona en adelante parece claro: tú sabes, él sabe…
La duda está con la primera del singular. Pues sí, es también yo sé.
Hace unos días leí, al siempre recomendable y casi siempre acertado Álvaro Bilbao -lo de casi no es por nada en concreto, sino simplemente porque nadie esta siempre acertado- un consejo que ayudará a padres y a hijos en estos tiempos de viajes, casi siempre largos si atendemos a la impaciencia de los más pequeños.
En lugar de responder con los habituales: “quedan cuatro horas”, “quedan cuatro horas menos diez minutos” y siguientes, nos propone Bilbao responder con “nos queda atravesar un río, pasar por un pueblo pequeño, luego un pueblo grande, otro río, y después ya llegamos”.
¿Por qué? Porque el paso del tiempo puede ser muy relativo para cada persona y para cada momento. Además, porque en el tiempo no podemos incluir alteraciones como atascos, pinchazos o paradas en gasolineras.
En cambio, indicando los elementos que nos vamos a encontrar en el camino, no solo se entiende mejor, sino que -para colmo de bienes- el camino se hace más corto.
Desde luego, yo pienso ponerlo en práctica a partir del próximo viaje.
Ya hemos hablado en este vuestro blog del maravilloso jardín del Monasterio de Piedra, pero hoy nos centraremos en el propio edificio. Piedra, con mayúscula, ya que hace referencia al río Piedra, que dibuja paisajes, espejos, caprichos y sueños.
Este monasterio cisterciense se fundó en el siglo XII, con trece monjes provenientes del monasterio de Poblet (así era la forma en la que se propagaban: una vez asentados social y económicamente en un lugar, un grupo de trece monjes se desplazaban hacia otro). Con Mendizábal hubieron de irse los monjes, pero por suerte fue comprado por Pablo Muntadas Campeny que, al darle un uso turístico, evitó su degradación (en gran parte; la iglesia, por ejemplo, la tenemos hoy en ruinas).
De Luidger – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4718016
Ayer, monasterio y lugar de paz; sigue siendo lugar de paz y descanso hoy, puesto que es posible alojarse en él y disfrutar de sus estancias, su gastronomía y su ubicación.
De Demilune – Fotografía propia, CC BY-SA 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=696669
Hoy os traigo esta obra capital de la literatura, pero no es su versión habitual, sino en una maravillosa versión en cómic con guion -cómo me cuesta no tildar esa palabra- e ilustraciones de Enrique Lorenzo.
En cómic, pero (el pero es para quienes no somos habituales de la banda diseñada) sin perder la magia, las enseñanzas y el aroma que contiene el original.
Os lo recomiendo como un regalo maravilloso para cualquier niño o adolescente, pero también para adultos. Como regalo para quien se está introduciendo en la lectura, pero también para quienes disfrutan a diario de ese precioso placer.
Como dijo el filósofo Eduardo Infante, la justicia social no es poner un iPad en las manos de un niño de un barrio obrero, sino un texto de Homero. Acerquemos siempre la cultura a nuestros pequeños, con una atención especial a la alta cultura. Lo necesitan. Lo necesitamos.