Que, al parecer, hay gente que no entiende las letras de Manolo García.
Como si fuera tan chungo entender que las mesnadas moras, vestidas de hombre rana, cabalgan caballos que estaban amarrados a la puerta del baile mientras restañan las heridas mordiéndose los puños, aunque no les guste la nula injerencia que ahora es su disfrute. Os dejo, que me voy a recoger la ropa sucia, los cuadros que he pintao, y los discos viejos, que tengo tó por ahí tirao. Después me iré a dar un paseo junto al árbol de las hojas que ríen, no sin antes deciros good bye. En una nota. Tan ricamente.
Con la intención gallarda de los vencejos y los lebreles arrebatada llegaste a mí, herida en tempestades de nieves. De un Carnaval de restos, de surcar aguas emponzoñadas, góndolas tristes de cartón piedra y malas compañas.
Algún día dirigiremos nuestra mirada hacia atrás y veremos a cientos de miles de jóvenes -y no tan jóvenes- coreando y disfrutando de estas letras y nos daremos cuenta de que no todo estaba perdido.
De un devenir de sombras, de devaneos en la maleza; de rasgaduras sin parpadeo, me demandabas partir en naves: partir en naves sin peso muerto, la buena carga de los afanes sin otras ansias que ser la flecha, ya no el arquero.