La guaja

Este poema es uno de los primeros que conocí en mi vida, de labios de mi madre. Creo que resume perfectamente lo difícil que es compatibilizar ser madre con este mundo en el que no tenemos tiempo más que para trabajar. Me parece la perfecta simbiosis en lo que los padres hacemos y lo que queremos hacer.

Ven acá granuja
¿Dónde andas so guaja?
Hoy te mondo los huesos a palos,
no llores ni huyas, porque no te escapas;
yo no sé lo que hacer ya contigo, me tienes muy harta.
A ti ya no te valen palabras, a ti ya no te valen razones,
ni riñas, ni encierros, ni golpes, ni nada.
Te dije al marcharme:
levántate pronto y estira esos huesos
y dobla las mantas y enciende la lumbre
y arrima el puchero y enjuaga las ollas
y barre la casa.

Y vengo y me encuentro, grandísimo pillo,
la lumbre, sin brasas;
la puchera, sin caldo ni prigue;
la vivienda, peor que una cuadra;
la burra, sin pienso;
las pilas, sin agua.

¿Segaste la hierva?
¿Trajiste la paja?
¿Regaste los tiestos?
¿Cerniste la harina?
¿Clavaste la estaca?
¿Comió la cordera?
¿Bebió la lechona?
¿Cogiste los huevos?
¿Mudaste la cabra?

¡Hum!
¿Y a ti qué te importa?
¿para qué quieres cansarte?
Si aquí está la burra que todo te lo haga.

Te piensas granuja
que al estar tu madre hechita una negra
quemándose el alma,
mientras tú me malgastas el tiempo que da más que lástima,
hecho un ropa suelta…
hecho un rajamantas…
por esas callejas detrás de los perros,
por esos regatos tirando a las ranas,
o cogiendo nidos en las zarzamoras,
que así estás de lindo grandísimo guaja.

¿Y ese siete tan guapo en la blusa?
¿Y esos pantalones tan llenos de manchas?
¡Hum!
¡Qué gorra más limpia!
¡qué medias tan majas!
¡qué pelos tan lindos!
qué cuello, qué puños, qué codos, ¡qué mangas!
Yo no sé lo que hacer ya contigo, me tienes muy harta.

De sobra conoces que somos solitos…
que ya no tenemos quien nos lo ganaba…
que la vida de toditos los pobres es vida de lágrimas…
¡pero ni por esas!
a ti que te dejen roncando en la cama
y te pongan la mesa tres veces
y rueden los días y viva la holganza
¡súbete esos calzones so pillo!
¡átate esos zapatos so randa!
límpiate esos mocos, lávate esa cara
y vete ahora mismo donde no te vea
que me tienes, me tienes muy harta.

Te aseguro chiquitín,
te aseguro que esto te se acaba.
Endende mañana ¡a la cola del burro!
Conmigo a la plaza, conmigo al molino,
conmigo a la haza,
a sudar fatigas, a mojarte el alma,
ya verás las penitas que cuesta…
ya verás con que ahogo se gana este pan que tan cómodamente a lo bobo,
¡a lo bobo te zampas!
y ahora ¡a la cama!, ¡a la cama!

La aurora se acerca espléndida, diáfana,
lentamente despliegan las nubes su manto de escarcha,
la madre afanosa se tira del lecho
y sus toscos aperos prepara,
que ya espera más ruda que nunca la brega diaria,
cariñosa y tierna se acerca hasta el lecho donde el niño cándido,
tranquilo descansa,
un instante contempla amorosa su faz sonrosada
y después…
con cariño ferviente dando un beso en sus labios exclama:
¿Yo turbar este sueño tan dulce?
no fuera quien soy ni tuviera entrañas…
juega, brinca y destroza hijo mío…
¡tu madre lo gana!

(Vicente Neira)

Para ti, mamá.

Corriendo en el barro

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