Desde hace un tiempo, presto atención con gusto al filósofo esloveno Slavoj_Žižek, que me parece un mente clara y necesaria en este mundo. Nos dice, con respecto al tema que hoy nos ocupa, que no es cierto que el amor no vea los defectos; antes al contrario, los ve y no deja de amar -sino que ama aún más- con esos defectos.
En mi opinión -y aquí está la verdadera esencia del amor- amamos al amado tal y como es, incluso especialmente con esos defectos que hacen única a esa persona.
En la segunda mitad del siglo XI, el Señor de Arnedo, Sancho Fortunionis, lega en su testamento el Monasterio de San Miguel. Esa es la primera -desconozco si la única- referencia que tenemos a este monasterio ubicado en Arnedo. En el Cerro de San Miguel no se encuentran más restos de arquitectura medieval que los de la ermita en su cima. Y si ese monasterio no estaba en la cima de la montaña, ¿en dónde podría estar? Dentro. Como lo leéis: dentro de la montaña es una ubicación más que factible en el lugar en el que nos encontramos.
Y aunque a quienes no somos de aquella bonita tierra pueda parecernos extraño, no lo es en absoluto: en Arnedo las cuevas -allí les llaman bodegas- horadadas en la montaña son habituales y hasta hace pocas décadas eran lugar habitual de vida, aprovechándose de la temperatura estable de su interior -bendición en verano, salvación en invierno-, y ofreciendo una solución muy sencilla y barata para cuando la familia aumentaba: simplemente había que excavar una nueva estancia, adentrándonos en la montaña. Se puede descubrir cómo era una de esas viviendas en el Centro de Interpretación de la Vida en las Cuevas, un verdadero prodigio de adaptación al medio y a los recursos existentes.
Bodega en el Centro de Interpretación de la Vida en las Cuevas Por Barramaji – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=74358744
Pero volvamos al testamento, al monasterio perdido y al Cerro de San Miguel: allí se encuentran un conjunto de pasadizos y estancias, adecuados recientemente para su visita al público en una visita guiada tremendamente enriquecedora (podéis sacar las entradas en la página web del Ayuntamiento de Arnedo). Se cree que todo ello son los restos de aquel Monasterio de San Miguel, que hoy, mil años después haber sido legado por el Señor de Arnedo, puede ser disfrutado por arnedanos y visitantes.
Cueva de los Cien Pilares Por Barramaji – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=98877736
Para Irene, Pedro y María José, que nos acompañaron en esa visita, y para toda esa familia tan preciosa que sentimos como nuestra.
Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo, algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana, ardas de alguna mísera caseta, al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida otro milagro de la primavera.
Otra maravilla de Machado, que de un hecho cotidiano extrae, con su bella simplicidad, poesía. Algunos críticos opinan que este poema podría ser una referencia a la enfermedad de su amada Leonor, enfermedad que la llevó a la muerte.
Con mucha frecuencia me gusta decir que es La Rioja la comunidad que más asocio al Camino de Santiago. Santo Domingo de la Calzada y su gallina que cantó después de asada, Clavijo y su batalla en la que participó el mismísimo apóstol y lugares como Logroño o Nájera son parte esencial de ese Camino.
Os traigo hoy una escultura en la que se agrupa el granito de una montaña de Santiago, una representación del dios Baco -Rioja y vino van siempre de la mano- y un nuevo faro de Alejandría.
Esta obra del artista compostelano Cándido Pazos se ubica en Logroño, en la Universidad de La Rioja, junto a la Bodega Experimental de Ciencia y Tecnología.