Más allá del castellano y el portugués, tenemos en la Península Ibérica toda esta preciosa variedad. ¿Qué os parece?

Vi esta imagen hace unos días, en LinkedIn, pero no conozco la fuente. Si alguien lo sabe, agradeceré que me lo indique.
Más allá del castellano y el portugués, tenemos en la Península Ibérica toda esta preciosa variedad. ¿Qué os parece?
Vi esta imagen hace unos días, en LinkedIn, pero no conozco la fuente. Si alguien lo sabe, agradeceré que me lo indique.
Disfrutaremos hoy de este poema medieval, al que llegué intentando localizar uno de los muchos que la bisabuela de mis hijos, Uba, recitaba.
El rey moro tiene un hijo
que Tranquilo se llamaba
y también tiene una hija
que se llamaba Altamara.
La quieren ricos y condes,
la quiere el rey de Granada
y hasta un hermano que tiene
ha intentado de gozarla.
Por gozar de su hermosura
cayó enfermito en la cama.
Su padre que lo ha sabido
a preguntarle se halla:
¿Qué te pasa, hijo mío?
¿Qué tienes que estás en cama?
- Calentura, padre mío
una calentura vana.
- ¿Quiés que te traiga de almuerzo
la pechuga de una pava,
las alas de una gallina?.
Que te lo guise Altamara.
- Que Altamara me lo guise
y Altamara me lo traiga
que Altamara venga sola,
que no venga acompañada,
que también las compañías
a veces salen muy malas.
Por la escalerita arriba
sube la linda Altamara
derechita como un huso,
reluce como una espada;
en la su mano derecha
lleva la pava guisada
y en la su mano izquierda
llevaba una jarra de agua,
y en el su brazo derecho
llevaba una toalla.
- Buenos días, hermanito,
¿Qué tienes que estás en cama?
- Las malezas que yo tengo
tras de tus ojillos andan.
- Permita Dios de los cielos
te levantes de la cama.
Se tiró desesperado
como un león cuando brama,
hizo lo que quiso de ella,
hasta escupirla en la cara.
Pendientes de sus orejas
por la escalera rodaban;
anillitos de sus dedos
en ella nada paraban.
A eso de los nueve meses
cayó enfermita en la cama,
su padre que lo ha sabido
a preguntarla se halla:
- No te asustes hija mía,
no te asustes Altamara,
que si es que tienes un hijo
será príncipe de España
y si tienes una hija
monjita de Santa Clara.
- Vaya razones de un padre;
vaya unas razones, vaya.
Se ha encerrado en su cuarto
se ha dado de puñaladas.
- Prefiero morír así
y no vivir deshorada,
y los niños de mi escuela
me llamen mujer mundana.
En el vilorio de los briqueros, los manes y las sionas garlean la Gacería.
Esta variante lingüística parece tener su base en la mezcla, producida durante la repoblación de la franja del Duero, entre el gallego y el castellano antiguo. Se conoce también como briquería o briquero, y pasó a ser -ya en los siglos XIX y XX- una jerga profesional entre los fabricantes de aperos de labranza y tratantes de ganado.
Tiene su núcleo principal en Cantalejo y, aunque no es lengua oficial, sí que alguna señalización lo usa como lengua.
Me he enterado hoy de esta bonita curiosidad, y quería contárosla.
Esta catedral, caracterizada por su robusta -e inacabada- torre, es un ejemplo de gótico brabantino, también llamado alto gótico y ubicado en Brabante, esa región que conocemos gracias a Genoveva.
Es precisamente la presencia de una única torre una de las características diferenciadoras de ese gótico, aunque siempre -casi siempre- resulta difícil encontrar un estilo uniforme en obras que requerían siglos para completarse, como podéis suponer.
Imagínate que hay una persona muy violenta, que desea dar puñetazos en la cara a la gente. Imagínate también que tú necesitas el dinero y que llegas a un acuerdo con esa persona para que te dé cuatro puñetazos y tú le cobras 100€ por ello.
Es evidente que no se puede hablar de consentimiento, pero más evidente aún es que esa persona te está agrediendo.
Pues con la prostitución, lo mismo.
Me ha tocado hoy esgrimir este argumento en una conversación. Me pregunto -espero que sí- si veremos el momento en el que el “uso de los servicios de prostitución” sea contemplado como una violación.
Nos encontramos ante un reportaje periodístico, el relato de los diez días que Luis Alejandro Velasco permaneció vagando a la deriva, convertido en novela. Se publicó originalmente en el diario El Espectador, en 1955, durante catorce días consecutivos. Años más tarde, en 1970, volvió a publicarse, esta vez en forma de libro.
Según el autor, esta su primera obra es su libro favorito; según la crítica, se trata de su narración más perfecta; es un libro muy sencillo, yo lo leí con 11-12 años (tal vez debería releerlo, seguramente cuatro décadas después lo veo de forma diferente).
Os recomiendo su lectura (sí, para cualquier edad).
Ayer escribí un breve post sobre una ermita rupestre. Y se me ocurrió pedirle a ChatGPT lo siguiente:
Escríbeme un post sobre ermitas rupestres con el estilo del blog El Cartapacio de Gollum, por favor.
Lo primero que me sorprendió es que no me dijera que qué es eso de “El Cartapacio de Gollum”. Pero fijaos en su respuesta:
En los rincones más recónditos y serenos de nuestra geografía, alejadas de las grandes urbes y resguardadas por montañas o bosques, se encuentran unas joyas arquitectónicas que desafían al tiempo: las ermitas rupestres.
Estas pequeñas construcciones, que parecen surgir de la misma roca, nos transportan a una época en la que la búsqueda de lo divino se manifestaba en los lugares más inhóspitos y humildes. Las ermitas rupestres no son simplemente construcciones de piedra; son testimonios de la fe de aquellos que, en silencio y apartados del mundo, decidieron consagrar su vida a la espiritualidad.
Me cuesta decir a la vez que me parece un texto asombrosamente precioso… y que perfectamente podría ser de este vuestro blog.