Primera Carta a los Corintios, de San Pablo


Hermanos: ambicionad los carismas mejores.

Y aún os voy a mostrar un camino mejor. Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.

Ya podría tener el don de la predicción y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener una fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Disculpa sin límites, crece sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

El amor no pasa nunca.

Hace dos mil años, la comunidad cristiana de Corinto recibió esta maravillosa carta, un escrito de San Pablo hablando sobre el amor y ponndolo en su lugar

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