¡Por los clavos de Cristo!

En la ya lejana Reconquista, cuando se dirimía una batalla entre cristianos y musulmanes, el vencedor tenía derecho a solicitar una especie de indemnización/compensación/castigo. Los musulmanes -muy prácticos- solían solicitar dinero. Los cristianos -muy inteligentes- solían solicitar reliquias… que acababan generando dinero, mucho dinero. Esto lo aprendimos visitando la maravillosa Colegiata de San Isidoro de León, en donde tenemos las reliquias de San Isidoro… de Sevilla (sí, el de las Etimologías, esa primera Enciclopedia).

No hablaremos hoy de aquel santo ni de aquella colegiata, sino de una de las reliquias más preciadas y apreciadas: los clavos con los que Jesús de Nazaret fue fijado a la cruz. ¿En dónde está esa reliquia?

  • Palacio Real (Madrid): un clavo.
  • Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén (Roma): un clavo.
  • Concatedral de los SS. Marziale y Alberto (Colle Val d’Elsa): un clavo.
  • Notre Dame (París): un clavo.
  • Catedral (Tréveris): un clavo.
  • Catedral (Venecia): un clavo.
  • Palacio de Hofburg (Viena): un clavo.

…y no descarto añadir más lugares. Por suerte, las reliquias no son dogma de fe.

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