La Cueva de los Cien Pilares, en Arnedo (La Rioja, España)

En la segunda mitad del siglo XI, el Señor de Arnedo, Sancho Fortunionis, lega en su testamento el Monasterio de San Miguel. Esa es la primera -desconozco si la única- referencia que tenemos a este monasterio ubicado en Arnedo. En el Cerro de San Miguel no se encuentran más restos de arquitectura medieval que los de la ermita en su cima. Y si ese monasterio no estaba en la cima de la montaña, ¿en dónde podría estar? Dentro. Como lo leéis: dentro de la montaña es una ubicación más que factible en el lugar en el que nos encontramos.

Y aunque a quienes somos de aquella bonita tierra pueda parecernos extraño, no lo es en absoluto: en Arnedo las cuevas -allí les llaman bodegas- horadadas en la montaña son habituales y hasta hace pocas décadas eran lugar habitual de vida, aprovechándose de la temperatura estable de su interior -bendición en verano, salvación en invierno-, y ofreciendo una solución muy sencilla y barata para cuando la familia aumentaba: simplemente había que excavar una nueva estancia, adentrándonos en la montaña. Se puede descubrir cómo era una de esas viviendas en el Centro de Interpretación de la Vida en las Cuevas, un verdadero prodigio de adaptación al medio y a los recursos existentes.

Bodega en el Centro de Interpretación de la Vida en las Cuevas
Por Barramaji – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=74358744

Pero volvamos al testamento, al monasterio perdido y al Cerro de San Miguel: allí se encuentran un conjunto de pasadizos y estancias, adecuados recientemente para su visita al público en una visita guiada tremendamente enriquecedora (podéis sacar las entradas en la página web del Ayuntamiento de Arnedo). Se cree que todo ello son los restos de aquel Monasterio de San Miguel, que hoy, mil años después haber sido legado por el Señor de Arnedo, puede ser disfrutado por arnedanos y visitantes.

Cueva de los Cien Pilares
Por Barramaji – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=98877736

Para Irene, Pedro y María José, que nos acompañaron en esa visita, y para toda esa familia tan preciosa que sentimos como nuestra.

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