Tienes mucho trabajo

Desconozco el autor de esta bonita historia que comparto con vosotros: un día, una persona subió a la montaña donde se refugiaba una mujer ermitaña que meditaba, y allí se produjo la siguiente conversación:

- ¿Qué haces en esta soledad?
- Tengo mucho trabajo.
- ¿Y cómo puedes tener tanto trabajo? No veo nada ni nadie por aquí...
- Tengo que entrenar a dos halcones y a dos águilas, tranquilizar a dos conejos, disciplinar a una serpiente, motivar a un burro y domar a un león.
- ¿Y por dónde andan, que no los veo?
- Los tengo dentro: los halcones se lanzan sobre todo lo que se me presenta, bueno o malo; tengo que entrenarlos a que se lancen sobre cosas buenas: son mis ojos. Las dos águilas, con sus garras, hieren y destrozan; tengo que enseñarles a que no hagan daño: son mis manos. Los conejos quieren ir donde ellos quieren, no afrontar situaciones difíciles; tengo que enseñarles a estar tranquilos aunque haya sufrimiento o tropiezo: son mis pies. El burro siempre está cansado, es obstinado, no quiere llevar su carga muchas veces: es mi cuerpo. La más difícil de domar es la serpiente, aunque está encerrada en una fuerte jaula, ella siempre está lista para morder y envenenar a cualquiera que esté cerca; tengo que disciplinarla: es mi lengua. También tengo un león. ¡Ay… qué orgulloso, vanidoso, se cree ser el rey! Tengo que domarlo: es mi ego. Tengo mucho trabajo.

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