José Ramón Marín, hombre que podemos calificar de derechas por formación e ideología, recibió tras su muerte el precioso homenaje de la Elegía, esa obra cumbre de Miguel Hernández.
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)
  
 Yo quiero ser llorando el hortelano 
 de la tierra que ocupas y estercolas, 
 compañero del alma, tan temprano. 
  
 Alimentando lluvias, caracoles 
 Y órganos mi dolor sin instrumento, 
 a las desalentadas amapolas 
  
 daré tu corazón por alimento. 
 Tanto dolor se agrupa en mi costado, 
 que por doler me duele hasta el aliento. 
  
 Un manotazo duro, un golpe helado, 
 un hachazo invisible y homicida, 
 un empujón brutal te ha derribado. 
  
 No hay extensión más grande que mi herida, 
 lloro mi desventura y sus conjuntos 
 y siento más tu muerte que mi vida. 
  
 Ando sobre rastrojos de difuntos, 
 y sin calor de nadie y sin consuelo 
 voy de mi corazón a mis asuntos. 
  
 .Temprano levantó la muerte el vuelo, 
 temprano madrugó la madrugada, 
 temprano estás rodando por el suelo. 
  
 No perdono a la muerte enamorada, 
 no perdono a la vida desatenta, 
 no perdono a la tierra ni a la nada. 
  
 En mis manos levanto una tormenta 
 de piedras, rayos y hachas estridentes 
 sedienta de catástrofe y hambrienta 
  
 Quiero escarbar la tierra con los dientes, 
 quiero apartar la tierra parte 
 a parte a dentelladas secas y calientes. 
  
 Quiero minar la tierra hasta encontrarte 
 y besarte la noble calavera 
 y desamordazarte y regresarte 
  
 Volverás a mi huerto y a mi higuera: 
 por los altos andamios de mis flores 
 pajareará tu alma colmenera 
  
 de angelicales ceras y labores. 
 Volverás al arrullo de las rejas 
 de los enamorados labradores. 
  
 Alegrarás la sombra de mis cejas, 
 y tu sangre se irá a cada lado 
 disputando tu novia y las abejas. 
  
 Tu corazón, ya terciopelo ajado, 
 llama a un campo de almendras espumosas 
 mi avariciosa voz de enamorado. 
  
 A las aladas almas de las rosas… 
 de almendro de nata te requiero,: 
 que tenemos que hablar de muchas cosas, 
 compañero del alma, compañero. 
 
(10 de enero de 1936)
Tras el borrado de unos versos de Miguel Hernández por parte del Ayuntamiento de Madrid se ha hecho un llamamiento a llenar las redes con los versos del poeta pastor. He querido hacerlo destacando esta obra en la que elogia a alguien que ideológicamente bien podría pertenecer a este ayuntamiento, José Ramón Marín o su alias Ramón Sijé.
