Detrás de cada logro, tanto de los grandes como de los pequeños, hay un camino y un esfuerzo. Esfuerzo que no siempre se ve recompensado con el logro, pero que no por ello queda en saco roto.
No es cierto que podamos lograr todo lo que nos proponemos, pero sí es cierto que detrás del equipo de fútbol que no consigue el ascenso, del estudiante que no logra su nota mínima, del alpinista que no corona la cima o del empresario que tiene que cerrar su negocio hay horas de esfuerzo, sufrimiento y preocupación. Hay aprendizaje y hay un descubrimiento de nuestras propias capacidades, no infinitas, porque no somos dioses, pero sí descomunales, porque estamos llamados a serlo.
Seguramente mañana Duolingo me anime a publicar mi logro, un número redondo y bonito, 2300 días (si lo consigo), pero he preferido mostraros un paso previo. Menos bonito, pero igual o más meritorio.
