Hace unos días se dio a conocer una noticia que me resultó absolutamente estremecedora.
Durante la guerra de Bosnia era posible contratar (pagando, y mucho) la posibilidad de ir a matar, desde un lugar protegido. Pagando, decíamos. Pero si el objetivo era un niño o una embarazada, se pagaba más.
Un horrible guion de película se estaba llevando a cabo en la realidad. Personas que abandonaban su cómodas -y podemos presumir que vacías, o quizá sobrecargadas- vidas y se desplazaban para, impunemente y para su diversión, matar.
Y me gustaría dejaros una reflexión: no nos imaginamos mujeres entre esos turistas, ¿verdad?