Os confieso que he vivido gran parte de mi no corta vida en la ignorancia de pensar que “mesar” consistía en tocarse o juguetear con las barbas, en un aire más o menos intelectual.
Pero no: mesar las barbas es tirarse de ellas con fuerza, incluso arrancándolas. Más próximo a la ira o a la desesperación que a la sabia reflexión, desde luego.